La ameba que pedía socorro y la aparición de seres pluricelulares


Uno de los grandes saltos en la evolución de la vida sobre la Tierra fue la aparición de organismos pluricelulares que, con el tiempo, permitirían el nacimiento de especies sumamente complejas de las que eres ejemplo. Hoy conviven en la naturaleza seres unicelulares, -células individuales que forman, cada una, un organismo único e independiente, como millones de bacterias-, y seres pluricelulares, formados, cada uno, por millones de células. En la frontera entre ambos ejemplos se encuentran aún algunas curiosas formas de vida. Entre estas, hoy conocerás a unas amebas (como la de la foto;) u organismos unicelulares que, a una llamada de socorro de un congénere, se agrupan formando un ente en el que se adivinan cabeza y cola y partes bien diferenciadas, casi diríamos, un amago de ser pluricelular con independencia propia, aunque formado por centenares de amebas unicelulares que conservan su autonomía en el nuevo organismo. Todo un eslabón vivo de la historia de la evolución y ejemplo de comunicación celular, a un clic;)



El hongo que no lo era

Cultivo de Dictyosteliida.
Hasta hace poco, a los organismos del grupo conocido como Dictyosteliida se los catalogaba como hongos, de ahí que se dieran en llamar nada menos que hongos mucilaginosos. Pero la biología se lo ha pensado mejor y han sido clasificados como protistas, uno de los cinco reinos de seres vivos, junto al referido de los hongos, el animal al que perteneces, el vegetal y el de moneras, en el que se incluyen las bacterias.

Dentro de este singular reino de los protistas se inscriben desde seres pluricelulares, formados por más de una célula, como las algas, o unicelulares como las famosas amebas. Y de amebas va la cosa. Mira.

Una ameba rodea con sus seudópodos a otro organismo celular
para comérselo. Los pseudópodos son una especie de brazos que
las amebas como esta son capaces de formar con su citoplasma, que
viene siendo el material que forma el propio cuerpo de la célula.
Los pseudópodos sirven para envolver a otros cuerpos
a fin de fagocitarlos y sirven también para desplazarse por el medio.


Los Dictyosteliida  habitan en la naturaleza en forma de células individuales en forma ameboide. Para hacer honor a su nombre, son de naturaleza microscópica, eucariotas (células con núcleo diferenciado) y buenas comedoras;) : Se alimentan, por ejemplo, de otros organismos de escala celular, a los que envuelven con sus seudópodos, para meterlos directamente en su interior y, a continuación, digerirlos.

Estos pseudópodos permiten, además, que el cuerpo ameboide pueda desplazarse, a modo de “pies”, en el medio que habitan. Por ejemplo, el bosque, un buen lugar en el que estos prodigiosos hongos mucilaginosos encuentren ricos alimentos en un ambiente húmedo.



Ameba llamando a Ameba: SOS, no hay comida

Cuando una de estas amebas Dictyosteliida no encuentra comida en su entorno, lanza un “grito” químico de socorro. Emite al medio, desde su interior, un marcador químico  (el AMPc o adenosín monofosfato cíclico) que segrega en situaciones de estrés para alertar de la escaseza de alimento a las demás amebas de la misma especie que rondan la zona.

El organismo unicelular que segrega este compuesto “llama” así a sus congéneres más próximos. Estos reaccionan acercándose, literalmente, movidos por sus pseudópodos, segregando más AMPc que refuerza la señal de socorro lanzada al medio, con lo que logran atraer a más tocayos.

El resultado es que la ameba que lanzó el primer aviso se convierte en el núcleo de una especie de colonia celular, al estilo de una colonia bacteriana o colmena de abejas, pero con particularidades realmente sorprendentes.
 
 El amago de ser pluricelular y de especialización

Moho mucilaginoso en un tronco.
El resultado de la agregación en colonia de estos bichos celulares;) se conoce con otro palabro: El seudoplasmodio. Al contrario de lo que ocurriría en un  plasmodio, las células unidas no fusionan sus citoplasmas, sino que conservan sus “recintos”: Cada una de las amebas que se “arrejuntaron” siguen siendo amebas individuales, por lo que, si el alimento vuelve a aparecer en cantidades, podrían seguir viviendo de manera independiente. Vamos que, juntas pero no revueltas.

Lo curioso del seudoplasmodio de estas amebas es que, al contrario que muchas colonias de bacterias u otros seres unicelulares, el agregado presenta zonas bastante bien diferenciadas: Se mueve en una dirección, contando con cabeza y “parte de atrás” y las amebas unidas hacen un amago de especialización de funciones, algo así como la división del trabajo: Unas se encargan de unas cosas y otras de otras.  

Esto es una de la características que sorprenden de estos Dictyosteliida, ya que la especialización es una de las claves que puede diferenciar, por ejemplo, a alguna colonia de bacterias de un ser pluricelular: En un organismo pluricelular como el tuyo, no son iguales las células de la retina que te permiten ver, que las de tus papilas gustativas, que te permiten saborear, o los glóbulos rojos que transportan el oxígeno en sangre. Aunque todas las células son tuyas y tienen tu mismo código genético, realizan funciones “diferentes” y son morfológicamente “diferentes”, vamos, que tienen pinta y forma distinta en función de la tarea que tienen que hacer, de ahí, que además de realizar labores especializadas, se diga que están diferenciadas.

Células especializadas. A la izquierda, neuronas en un tejido nervioso, a la derecha, tejido muscular cardíaco.

-->Los Dictyosteliida no llegan a tanto, claro, pero son un ejemplo vivo de alguno de los posibles eslabones evolutivos o mecanismos que pudieron dar paso a la existencia de seres pluricelulares como tú a partir de seres unicelulares como una ameba primitiva


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