Parece lo más normal del mundo ¿no? Sin embargo, ¿te has parado a pensar por qué luego no es posible separar por si misma la tinta del agua con la misma facilidad? ¿O por qué si juntas un metal caliente con otro más frío ambos igualarán su temperatura en lugar de que uno se caliente más a costa de absorber el poco calor que tuviera el otro?
Todo tiene que ver con la natural disposición del Universo a tender a la comodidad… y al desorden.
El concepto que conecta estos dos
supuestos y otros que irás viendo o recordando es la entropía, magnitud que, dicho llanamente, mide la cantidad de “desorden” de un sistema, por ejemplo,
dos barras de metal a diferente temperatura o el conjunto del Universo.
Otra de sus definiciones posibles
es entenderla como la medida de la energía
que no puede ser transformada en trabajo.
Vale, vamos a ver qué es todo esto.
El coche
Empezaremos por esto último. Por
ejemplo: Un motor de un coche utiliza cierto carburante, como la gasolina.
Su motor usa la energía química almacenada en este derivado del petróleo para,
a través de su combustión, transformarla en energía mecánica, que terminará
transmitiéndose como movimiento circular a las ruedas. Y el coche anda. De
perogrullo.
Pero lo que no es tan conocido es
que más de la mitad de la energía que guarda la gasolina no se transformará en
trabajo mecánico ni, por tanto, en movimiento del vehículo. La mayor parte de
esa energía química se perderá en forma del calor generado en la combustión.
Como dijimos que la entropía es aquella energía que no genera
trabajo, en este caso diremos, pues, que la entropía generada en todo el
sistema gasolina-coche será elevada, porque hay una gran cantidad de energía
que no puede ser utilizada para generar trabajo mecánico y contribuir a mover
el coche.
Esta pérdida de energía no es
deseable, obviamente, porque reduce el rendimiento del motor y obliga a
instalar un sistema de refrigeración;) Pero ten en cuenta que es inevitable,
por la propia naturaleza de la combustión de la gasolina: Su quema produce ese
índice de calor y entropía (energía que no puede transformarse en trabajo). Si
se intenta reducir la entropía natural del proceso, este no se podrá producir. Es,
por tanto, algo inherente al mismo.
Las barras de metal
El ejemplo ya comentado de las
dos barras de metal a diferente temperatura es también esclarecedor. Si se
juntan, se producirá una transferencia de energía entre ambas, porque la que
tiene más calor cederá parte de este a la que tiene menos calor, hasta que
ambas alcancen la misma temperatura. Se produce, pues, una transferencia de
energía, pero no se produce trabajo.
¿Cómo se produce esta transferencia?
El equilibrio y la “comodidad” es
el meollo de todo este asunto. Al igual que un torrente de agua tenderá a
desplazarse hacia la zona “más cómoda”, la más baja y nunca la más elevada, hay
una cierta cantidad de energía que tenderá a “desplazarse” hacia la posición
“más cómoda”, sin generar trabajo. Y, como la analogía del agua, siempre será
en un mismo sentido: Hacia estados menos
energéticos, más cómodos.
Así, en un trozo de metal
caliente, los electrones que giran alrededor de sus núcleos atómicos (un
concepto que puedes refrescar aquí) lo hacen más deprisa, más excitados,
que los del metal a menos temperatura. Si ponemos en contacto ambos metales, se
producirá una transferencia de calor, de manera que el más cálido cederá energía
al más frío (y no al revés, al igual que el agua no “cae” hacia “arriba”),
reduciendo el primero el giro de sus electrones, hasta que los de ambas barras
de metal lo hagan a una velocidad similar, lo que equivaldrá a una temperatura
común, homogénea y en equilibrio.
Esto supone, además, que la entropía aumentará con el paso del
tiempo, porque a cada segundo que pase ambos trozos de metal a diferente
temperatura estarán más próximos a igualarse en temperatura. Igualmente, alcanzada
la máxima entropía del sistema, la máxima homogeneidad en la distribución del
calor-energía, el proceso quedará en equilibrio.
Unidireccionalidad e irreversibilidad
Aquí se han introducido nuevas
claves de todo este embrollo: El sentido
único de estos procesos (hacia estados menos excitados, menos calóricos y,
por tanto, menos energéticos), y la irreversibilidad del proceso sin aplicar
energía externa al sistema, al igual que el agua de una laguna no puede volver
a ascender por el cauce del río por el que ha bajado si no se echa mano de
elementos ajenos.
Avanzamos hacia el desorden absoluto
Este proceso rige todo el
Universo que conoces. Toda la energía y, por ende, la materia, tiende a buscar
estados menos energéticos, lo que supone “diluirse”, distribuirse homogéneamente
en el ambiente, hasta alcanzar el equilibrio
último.
Además, esta redistribución “más
cómoda” supone sistemas “más caóticos” o “desordenados”, en los que la energía
se transfiere de unos cuerpos a otros, uniformemente, hasta igualarse con su
entorno. El Universo avanza así, irremediablemente, hacia un estado de máxima entropía
y equilibrio que será, a la vista de todo esto, un estado con la energía menos
concentrada, más diluida, más repartida, homogénea y, por ende, un estado más
desordenado y frío.
Busque el articulo, gracias a una conversación con mi hijo de 14 años, que tiene especial interés por el tema del universo y el tiempo.
ResponderEliminarLeyendo este blog, se me antoja relacionar la teoría física con la evolución del mundo y como ómo vivimos hoy en esta especie de "rodada", porque no es escalada, hacia el caos total. Será que nos dirigimos a la distribución equilibrada, pero fría de la energia?? Lease: De los recursos??
Perdón si hago un paralelismo ridículo, pero no lo veo tan asi.
Gracias por la información!