Primera imagen de neutrinos atravesando un fluido. |
A ver si te lo pintamos un poco;) Los neutrinos son un tipo de partículas subatómicas, esto es, “cachos” más pequeños que los propios átomos que, como sabes, forman todas las cosas que ves. ¿Cómo de más pequeños que un átomo? Mucho, ya verás;)
El átomo más sencillo que se conoce es el de hidrógeno, con un único electrón girando sobre su núcleo de protones y neutrones. Hasta hace relativamente poco (finales de los años 90) se creía que los neutrinos (descubiertos en los 70) no tenían masa, materia. Hoy se cree que su masa es sumamente pequeña, prácticamente despreciable, del orden de una milmillonésima parte de la que tiene el citado sencillo y minúsculo átomo de hidrógeno.
Pero los neutrinos guardan otros secretos sorprendentes. Ahora mismo, millones de ellos están atravesándote, cada segundo, a ti y a todo lo que te rodea. Proceden del Sol, de la radiación de fondo del Universo (el “eco” del Big Bang que lo creó) o, en la Tierra, de las centrales nucleares.
Además de ser extremadamente pequeños, no tienen carga (un electrón, por ejemplo, es de carga negativa y un protón, positiva), por lo que es extremadamente difícil que interactúen, que “choquen” con algo de materia que es, recuerda, fundamentalmente hueca;)
Por estos grandes huecos cruzan los minúsculos neutrinos, millones cada segundo. Tal es su facilidad para escurrirse entre tanto vacío que, para lograr detener por colisiones sólo a la mitad de los neutrinos que cruzan una plancha de denso plomo, ¡esta tendría que tener un grosor de un año luz! Vamos, tendría que ser tan gruesa que la luz tardase un año en recorrerla de punta a punta (y piensa que la luz tarda sólo ocho minutos en llegar del Sol a la Tierra).
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